Nos comprometemos a defender los derechos de las personas migrantes y refugiadas, trabajando en colaboración con organizaciones y comunidades para crear un entorno más seguro y justo. Creemos que el acceso a la salud mental es un derecho fundamental, pero también entendemos que ser migrante o refugiado es un estado en constante movimiento sujeto a las políticas migratorias del país en que se reside o de los movimientos migratorios mundiales.
Ser refugiado es una categoría jurídica que está sujeto a las políticas migratorias del país de destino la cual muchas veces se encuentra en constante cambio respecto a los derechos que le aseguran a la persona migrante que lo solicita. Más allá de la categoría jurídica (que ya puede ser causa de padecimiento debido a los largos tiempos de espera), el proceso subjetivo de ser refugiado en muchos casos, e inicialmente, está subjetivamente en negación, ya que la persona que migró no quería migrar, sino que lo hizo por verse obligada para salvaguardar su vida: por conflicto armados, por conflictos ambientales, entre otros. Esta dimensión de migrar por obligación causa un padecimiento adicional que puede observarse en pacientes con un sentimiento de desarraigo permanente o de despersonalización del lugar en el que se está. Asimismo, algunos/as han sido víctimas de persecuciones lo cual incide en sentimientos o ideas persecutorias aislándolos/as de establecer vínculos con otras personas o asistir a eventos sociales o de contar su propia historia. Un espacio terapéutico, confidencial y seguro, permite a la persona tener alguien con quien contar su historia, expresar sus miedos, conflictos y/o padecimientos sin temor a ser juzgado/a o perseguido.